Retrato de Sabasa Garcia

Creado entre 1806 y 1811, este retrato único se encuentra ahora de forma permanente en la Galería Nacional de Arte de Washington. Las dimensiones son 78 x 51 cm.

El sujeto, Señora Sabasa García, perdura en el tiempo. Su piel pálida y cabello rubio oscuro rizado revelan a una mujer joven que es segura de sí misma pero un poco vulnerable. Su juventud y aparente inocencia son atractivas y despiertan los instintos protectores de quienes miran el retrato.

De hecho, se considera que este es uno de los mejores retratos de Goya. No muestra ningún escenario o fondo. El sujeto es el único foco del retrato. Fue creado durante un período de cinco años, por lo que la configuración puede haber cambiado con el tiempo.

Sin embargo, nos da la impresión de que el artista prescinde de los detalles y se centra en los ojos lustrosos y la extrema juventud de la dama. No se muestran los detalles de su mantilla, solo una impresión diáfana y transparente.

Su tez juvenil y húmeda, ojos grandes y rizos de aspecto inocente son el centro de atención, al igual que su chal de oro verdoso. Señora Sabasa García de Francisco de Goya es un cuadro de inocencia, juventud y vulnerabilidad.

Esta señora era una española bien relacionada y de antecedentes distinguidos. Su verdadero nombre era María García Pérez de Castro, conocida como Sabasa por todos en un país donde el nombre de María era muy común. Su tío fue el Ministro de Asuntos Exteriores de España, Evaristo Pérez de Castro. Cuenta la leyenda que Goya conoció a la joven en una visita a casa de su tío. Quedó tan impresionado por su belleza que pidió permiso para pintarla.

Artista de tradición romántica a finales del siglo XVIII y principios del XIX, Goya tuvo una vida larga y fascinante. Creció como artista, pintó para la flor y nata de la sociedad y luchó con problemas de salud, tanto físicos como mentales.

Su obra al óleo sobre lienzo ilustra gráficamente la lucha entre la luz y la oscuridad que rugía en su alma. En efecto, este retrato muestra belleza, juventud e inocencia rodeadas de oscuridad.

Esa juventud, belleza e inocencia aparece para iluminar la oscuridad, o más bien, para eclipsarla en todo su esplendor y sencillez. Goya parecía mostrar su máxima creatividad al ilustrar esa lucha entre la oscuridad y la luz. En el caso de este retrato, la luz y el bien vencen a la oscuridad. No es difícil creer que Goya quedó impresionado por la belleza de la dama y deseaba pintar su retrato para la posteridad.