La romería de San Isidro

Francisco de Goya estuvo activo a finales del siglo XVIII y principios del XIX, y pudo capturar su época con una habilidad y perspicacia raras entre los artistas. Fue un retratista talentoso y su trabajo ha asegurado que muchos de sus contemporáneos conserven la inmortalidad visual.

Pero también tenía una habilidad única para representar los oscuros trasfondos del período en el que vivió. A medida que su trabajo se desarrollaba, esta veta de desolación y morbosidad se hizo más espesa. Una pintura típica de los períodos medio y tardío de Goya estará envuelta en la oscuridad, las figuras mismas iluminadas pero aún envueltas en sombras, como si estuvieran atrapadas en una pesadilla.

Varios factores, desde la agitación política del momento hasta los problemas personales en la vida de Goya , influyeron en este aspecto de su arte. Catorce cuadros en particular se conocen como las Pinturas negras de Goya . El más famoso de ellos es la espantosa pintura de inspiración mitológica de Saturno devorando a su hijo ., pero las otras trece piezas son igualmente sorprendentes y, a menudo, más complejas, y representan escenas enteras de figuras distorsionadas y paisajes sombríos. Un ejemplo de ello es Una Romería a San Isidro.

La pintura no muestra la piedad o la humildad que cabría esperar de la vista de una peregrinación. Agrupándose en primer plano hay un grupo de personas, sus rostros muestran poca alegría; mientras que algunos pueden leerse con expresiones joviales, sus posturas indican que esto es el resultado de la embriaguez. Otros, mientras tanto, parecen inexpresivos o incluso consternados.

Incluso el hombre que canta mientras toca la guitarra tiene una mirada de angustia en su rostro. Si bien nuestros ojos se ven inmediatamente atraídos por este grupo de personas, una mirada al resto del amplio lienzo revelará una multitud completa que se extiende por el camino detrás y se desvanece en la distancia. Estas figuras son más difíciles de interpretar: a menudo sus rostros están ocultos, dejando solo las siluetas de sombreros negros y capuchas.

La impresión es triste, incluso fúnebre. Mientras tanto, la tierra por la que viajan es desolada y árida, mientras que el cielo está descolorido y envuelto en niebla. El tono dominante es el gris teñido de un amarillo turbio, y esto se extiende por toda la escena: incluso las figuras de la peregrinación se desvanecen en la oscuridad circundante hacia el final de su camino. Si desea exhibir una obra de arte que realmente llame la atención en su hogar, entonces una impresión de Peregrinación a San Isidro de Francisco de Goya será una elección ideal. Esta es una de las raras pinturas que logra evocar un mundo entero.