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Esta pintura al óleo sobre lienzo de 1798 del artista español Francisco de Goya es única porque se la conoce con dos nombres. Se llama El hombre embrujado o La lámpara del diablo.
Cualquiera de los nombres encaja y es la historia de un hombre que cree que ha sido embrujado y que su vida depende de que cierta lámpara permanezca encendida.
La pintura tiene una cualidad espeluznante y fantasmal, llena de luz de lámpara y sombras danzantes. Podemos ver las figuras fantasmales de los caballos al fondo y la muy evidente y siniestra figura del diablo ofreciendo la lámpara a Don Claudio, el sujeto, para que la siga encendiendo.
Podemos ver a Don Claudio vertiendo aceite en la lámpara de la imagen y caballos fantasmales parados sobre sus patas traseras en el fondo. La expresión y la postura del cuerpo del hombre están llenas de agonía mental y tormento mientras se esfuerza por mantenerse con vida contra las probabilidades de que la lámpara se apague.
El diablo aparece en una postura fingidamente servicial de servilismo inclinado. Pero su motivo ulterior es sacar a la pobre alma de su mente. Este es el padre de las mentiras, después de todo, el enemigo de la humanidad.
Este cuadro es en realidad una escena de una obra de teatro de Antonio de Zamora, llamada El hombre embrujado por la fuerza. Formaba parte de una serie de pinturas creadas por Goya para los duques de Osuna y hoy se encuentra entre los tesoros de la National Gallery de Londres.
Francisco de Goya y Lucientes, o Francisco Goya como lo conocemos hoy, nació en 1746 en Fuendetodos en España. La ciudad se enorgullece de la fama y la obra de Goya y tiene un museo dedicado a él y su obra. Como pintor, formó parte del movimiento romántico y destacó a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Usó el medio de óleo sobre lienzo y, a veces, óleo sobre yeso, con buenos resultados.
Tenía una visión sombría de la vida y temía mucho las enfermedades mentales. Esto es a menudo evidente en su pintura, que exhibía temas oscuros y desesperados. Temía mucho una enfermedad no diagnosticada que lo dejó sordo, por lo que hacia el final de su vida se retiró de la vida pública y se fue a Francia, donde completó algunas de sus obras más oscuras y enigmáticas. Murió en la ciudad portuaria francesa de Burdeos en a la edad de 82 años, en 1828.